Hace un par de días se publicó un artículo sobre las nulidades en ABC (link), está bastante bien explicado, es preciso en los términos y los datos, salvo alguno, son correctos. Se ve la mano de algún sacerdote o laico de los tribunales asesorando.
Podéis ver, sin embargo, el titular del artículo. Es llamativo porque en el mismo artículo se dice que si no tienes recursos puedes pedir la reducción total o parcial de los costes llegando incluso a no pagar nada, como sucede, de hecho, en la cuarta parte de las causas de Madrid. ¿Por qué entonces éste titular?
Al mismo tiempo se dice que el proceso es largo y complejo. Largo ¿comparado con qué? Complejo ¿para quién?
El problema es que no nos damos cuenta de lo que estamos hablando. Se trata de estudiar la validez o no de un sacramento contraído en la Iglesia, un matrimonio del cual dijo Jesucristo que, unido por Dios, el hombre no lo puede separar.
No se trata, por tanto, de hacer un "paripé", de firmar un papel para poder casarse otra vez, de pagar a unos señores para que me "legalicen" mi situación y así quedarme tranquilo. Es posible que algunos tengan esta intención al acudir al Tribunal, es posible que muchos piensen que el proceso de nulidad es un divorcio "a la eclesiástica" y que debería haber una "nulidad express" que se anuncie en internet y que cueste cuatro duros. Para nosotros ésto es mucho más: Afecta a la verdad del sacramento, del camino de santidad de los esposos, de su vocación, de su salvación eterna. No se puede tomar a la ligera.
Los que siguen el blog ya saben que a mí también me gustaría que el proceso fuera más corto, y que, ¡faltaría más!, estoy de acuerdo con el Papa que dijo que quisiera que las nulidades fueran gratuitas, pero también digo que es algo lo suficientemente importante como para dedicarle todo el tiempo, todo el dinero, toda la dedicación que sea necesaria. Lo contrario sería "despreciar la gracia" (1Te) el tesoro que Dios ha confiado a su Iglesia.
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