Ya sabéis aquello que dijo Jesús en el Evangelio cuando le preguntaron sobre el divorcio: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt 19). La frase está clara y la Iglesia no va a enmendar la plana a su fundador, como es lógico. ¿Entonces la Iglesia no anula los matrimonios? No.
Me explico: El matrimonio entre bautizados, una vez que ha sido consumado, es para siempre, nadie tiene poder para deshacer lo que Dios ha unido, ni el Papa ni los obispos ni los jueces de los tribunales eclesiásticos.
El problema es que el matrimonio no son los papeles, y que , terminada la boda, y registrada tanto por la Iglesia como por lo civil, el matrimonio es un vínculo invisible que surge por ese intercambio de la vida que se da en el consentimiento, el "yo, Fulanito, me entrego a ti, Menganita...". Para que esto sea verdadero hace falta que los dos quieran de verdad entregarse por completo -integridad en el consentimiento-, y que los dos puedan hacerlo -capacidad consensual-. Cuando alguno de estos requisitos no se da y posteriormente el matrimonio fracasa es cuando surge la pregunta: "Pero yo, ¿de verdad he estado casado/a? ¿No hemos tenido problemas desde el principio? ¿No he notado que desde el viaje de novios aquello no funcionaba?". Entonces se pregunta al Tribunal Eclesiástico.
La función del proceso no es la de "anular" el matrimonio sino la de estudiar la validez o no del matrimonio cuando se contrajo en la Iglesia y cuando se ha probado que no fue válido declarar la nulidad desde el principio de ese matrimonio.
Es decir, que no se anula nada, se declara la verdad de aquel "matrimonio", se declara la nulidad de aquella relación que nunca fue un verdadero matrimonio.
"Primero roban las palabras y después les roban el significado"
ResponderEliminarGeorge Orwell, 1984