miércoles, 28 de noviembre de 2012

Razones

Este tema es frecuente en las conversaciones sobre las nulidades por lo que, aprovechando que la mañana es hoy más tranquila en el Tribunal vamos a decir algo que ya hace tiempo que no publico nada en el blog.

Razones por las que se solicita la nulidad.

Por lo que he visto estos años las razones más o menos pueden clasificarse en cuatro especies:
  • Porque quiero casarme: Ya tengo una relación sentimental o al menos estoy en perspectiva de tenerla... en cualquier estoy pensando en el matrimonio. Vale, es un motivo estupendo, añade un plus de interés a la causa. Ten paciencia porque el proceso puede tardar cierto tiempo y piensa que el éxito de la causa no es que la sentencia coincida con lo que tú quieres sino que se ponga de manifiesto la verdad de tu matrimonio porque, como dice el Evangelio, la verdad te hará libre.
  • Porque ya estoy casado/a por lo civil y quiero regularizar mi situación ante la Iglesia. Bienvenido seas. Seguro que has hecho un proceso de acercamiento a la fe que te ha llevado a esta decisión. Ya verás que la Iglesia es, ante todo, una madre que busca lo mejor para sus hijos. En cualquier caso que te hayas casado por lo civil no tiene ningún efecto ni positivo ni negativo a la hora de estudiar tu caso.
  • Porque quiero romper por completo con la otra parte. Sinceramente eso va a ser difícil ya hay mucho que te une a él/ella: Los hijos, si los hay, la pensión y, en todo caso, si estás divorciado, en la sentencia de divorcio aparecen vuestros nombres el uno junto al otro. Mi consejo es que trates de perdonar, de no guardar rencor, que tanto daño hace, y, si quieres que busques la verdad de tu matrimonio, en esto te podemos ayudar en el Tribunal, para lo otro busca ayuda en la oración y habla con un sacerdote de confianza...
  • Porque quiero saber si de verdad estoy casado/a o no. Éste es, quizá, el mejor motivo, el saber si, en conciencia, estoy o no casado para actuar en consecuencia. Si es éste tu caso te animo a que preguntes cuanto antes si hay indicios de nulidad y, en tal caso, que comiences el proceso - te servirá este post-.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Primeros pasos

Son casi las doce de una noche calurosa aunque en el interior del aeropuerto de Barajas -Madrid- no se nota tanto. Estoy esperando la llegada del avión que trae unos amigos desde Polonia. Al bajar se me acerca uno: "Esta amiga mía no sabe qué tiene que hacer para pedir la nulidad de su matrimonio". Nos pusimos a hablar de los primeros pasos:


  • Quizá lo primero sea buscar algún sacerdote que conozca el trabajo de los Tribunales Eclesiásticos y las causas de nulidad. Él puede decirte si existe "fumus boni iuris", es decir, indicios de una posible nulidad. En este caso el cura estaba ahí mismo.
  • ¿Donde te casaste? ¿Donde vive él? Tenemos que ver qué tribunal es competente. Te puede servir este post de hace unos meses. En nuestro caso era fácil, el Tribunal competente es Madrid.
  • Lo siguiente es ir allí para hablar con el Secretario General o alguien que te pueda asesorar "desde dentro" (en Madrid de lunes a viernes de 9:30 h a 13:30 h). Existe la posibilidad de ir directamente a algún abogado que alguien nos recomiende aunque te podrías llevar algunos sustos, mejor ir despacio: Piano piano si va lontano.
  • En efecto, antes de comenzar la Causa conviene estudiar cuánto puede costar y si se puede solicitar una reducción de los costes o que sea gratuito, algo de esto hemos dicho en este post.
  • Con lo que nos digan en el Tribunal nos resultará más sencillo buscar un abogado con el que comenzar a preparar la demanda. Comienza el proceso...

martes, 19 de junio de 2012

Cristina L. Schlichting: Divorciados en Corpus


Hace unos días la periodista  Cristina L. Schlichting publicó en La Razón un luminoso artículo llamado  Divorciados en Corpus. Lo reproduzco aquí y suscribo en su totalidad lo que dice. ¡Gracias, Cristina!

9 Junio 12 - - Cristina L. Schlichting

Pocas cosas me resultan más impresionantes los domingos en la Iglesia que las personas divorciadas y casadas de nuevo, sentadas en los bancos durante la comunión. Ellos, ya lo saben, no pueden comulgar ni recibir la absolución. Adivino un mundo de sufrimiento. Qué amor no tendrán a la Iglesia católica que permanecen en ella y obedecen a costa de normas tan duras. Son un ejemplo de fidelidad apabullante.

Tengo una pareja de amigos que se dan la mano en esos momentos. Ella casi siempre llora en silencio. Su dignidad y su entereza me hacen ser consciente de lo poco que valoro el Corpus Christi que celebramos hoy. A menudo los divorciados que se casan otra vez abandonan la práctica religiosa, afligidos de cierta soledad y vergüenza. Venimos, al menos en España, de una sociedad tan ranciamente ordenada en el pasado, que estas personas parecen haberse salido de la pista. No hace mucho pregunté a un sacerdote por el problema de estas parejas y me contestó: «Nosotros no tenemos problema alguno, lo tienen ellas». Curiosamente, apenas un año después vino con humildad a preguntarme cómo encaminarlas hacia los tribunales eclesiásticos, para ayudarlas en el proceso de nulidad.

Todos hacemos un camino. Mi amigo Juan Manuel de Prada y yo, que hemos pasado por la anulación matrimonial, hemos compartido muchas confidencias sobre el sufrimiento que hemos tenido que atravesar. Ahora el Papa ha hablado de forma luminosa sobre los divorciados casados de nuevo y su indispensable aportación a la Iglesia.

Ha sido en el reciente Encuentro de las Familias, en Milán. En una respuesta a la familia brasileña Araujo, Benedicto XVI ha señalado que hay que «hacer realmente todo lo posible para que se sientan amados, aceptados (…) y viviendo plenamente en la Iglesia». El Santo Padre les anima a disfrutar de la Palabra de Dios y la comunión de la Iglesia y, de forma muy práctica, reconoce que, aunque no puedan comulgar físicamente, sí pueden «espiritualmente» y les recomienda una guía espiritual permanente con un sacerdote.

Puede que a algunos lectores este artículo les resulte teológicamente técnico, pero les aseguro que, para un grupo cada vez más amplio de fieles, es crucial. Por eso me permito reproducir el final de la intervención del Papa, que nos pone verdaderamente de rodillas ante los divorciados: «Sus sufrimientos son un don para la Iglesia porque sirven también a todos los demás para defender la estabilidad del amor, es un sufrir en la comunidad por el bien de los grandes valores de nuestra fe. Deben saberlo, que precisamente así sirven a la Iglesia, están en el corazón de la Iglesia». Durante años hemos pensado erróneamente que sólo son buenos cristianos los que cumplen y comulgan puntualmente. Ahora empezamos a comprender que el ser humano es un simple pecador y que una persona que nosotros relegamos al «final de la fila» puede ser colocada por su Señor en el centro de la comunidad, para que todos aprendamos de ella.



miércoles, 13 de junio de 2012

Falta de libertad interna

Creen que no se da pero sí se da.
La falta de libertad es la causa que hace nulos muchos matrimonios a los que llegan los novios con coacciones tanto externas
como internas.

La "falta de libertad interna", consiste en la incapacidad de autodeterminación del contrayente para elegir libremente casarse, a consecuencia de alguna alteración psíquica grave. Esta alteración psíquica se debe a alguna patología del psiquismo que produce una incapacidad electiva, o bien puede provenir de la concurrencia de unas circunstancias externas extraordinarias con un tipo de personalidad frágil. En este segundo caso no es necesario que se de una patología grave. Piénsese, por ejemplo, en una persona de carácter débil que, ante un embarazo no previsto, es forzado por sus padres a casarse o se ve obligado a hacerlo por su propio sentido de responsabilidad sin que sea capaz de oponerse a esas circunstancias.

Son varios los "mecanismos" que tiene la Iglesia para tratar de identificar estos casos antes del matrimonio: Desde luego en el Cursillo de Novios hay que tratar de detectar si se da alguna de estas circunstancias. A la hora de hacer el expediente prematrimonial se pregunta expresamente a los contrayentes y a los testigos si acuden al matrimonio libremente, si se hace bien el expediente, con seriedad, preguntado a cada uno a solas, se puede averiguar si se da alguna de estas circunstancias. El sacerdote, a la hora de preparar el matrimonio, tiene que tener especial cuidado sobretodo cuando hay un embarazo de por medio y los novios son especialmente jóvenes o manipulables. Finalmente, en la liturgia del matrimonio se pregunta expresamente si vienen a contraer matrimonio "libre y responsablemente".

viernes, 25 de mayo de 2012

Matrimonio y alcoholismo

Reproduzco aquí un fragmento del estupendo libro de Rosa Corazón "Nulidades Matrimoniales":

UN CASO DE NULIDAD MATRIMONIAL POR ALCOHOLISMO Vino ella a mi despacho, acompañada de su padre. Me contó que se había casado hacía 8 años y tenía 3 hijos pequeñajos. Y había llegado a un punto de no poder soportar más a su marido, hasta su olor le repelía, porque huele a alcohol, me dijo cambiando el tono de voz. Había intentado salvar su matrimonio, pero ya se daba por vencida. Había sufrido mucho. El marido era un irresponsable en su trabajo, como también había sido un irresponsable con sus estudios, sin lograr terminar la carrera de empresariales, cosa que ocultó hasta después de la boda. Ahora se dedicaba a sus negocios porque había montado su propia empresa, pero ella no sabía bien ni el trabajo de su marido, ni con el dinero que se podía contar para la casa. El se gastaba mucho dinero en alcohol. Le pregunté: ¿pero durante el noviazgo no te diste cuenta que él bebía? El padre de ella me respondió: durante el noviazgo él la dejaba en casa a las 10 de la noche; y nos decíamos: “¡fíjate que chico tan formal, comparado con lo que hay por ahí..!”. Lo malo es que a las 10 de la noche, él se iba de juerga con la botella y sus amigos”. La hija me contestó, como ya me han respondido en otras muchas ocasiones: Yo sí me di cuenta de que a él le gustaba mucho beber, hasta lo vi borracho en varias ocasiones antes de casarme; pero yo me decía: “como nos queremos, esto se arreglará en cuanto nos casemos. Yo conseguiré que cambie, yo le haré cambiar”. En una ocasión él sí reconoció que bebía; pero en otras muchas lo negaba o se autodenominaba simplemente “un bebedor social” o decía que bebía por evasión y que podía dejar de beber en cuanto quisiera. Lo malo es que nunca quiso o nunca lo demostró. Otro día, estando los dos en el coche con los chiquillos en el asiento de detrás, él sacó de debajo de su asiento una botella y sus videos pornográficos; entonces ella se acercó a él y le dijo bajito señalando los videos pornográficos: “como corrompas a los niños con esto, te rajo”. El tampoco era de fiar en el aspecto económico: le había engañado muchas veces, y en una ocasión hasta le llegó a quitar todo el dinero que ella tenía en su cuenta corriente para prestárselo a sus amiguetes del bar que, por supuesto, nunca recuperó. Y ya eran tantas las veces que le había mentido, que me dijo: “no puedo más”. Consiguió que él fuera un par de veces al psiquiatra, pero sin hacerle ningún caso, porque - decía - “yo no lo necesito, eres tú la que lo necesitas. Yo puedo dejar de beber en cuanto me dé la gana”. Lo malo es que nunca le dio. La esposa y yo fuimos a hablar con el psiquiatra y nos comentó que, con sólo dos entrevistas que había tenido con él, no podía decirnos si el esposo tenía algo psíquico que le producía gran sufrimiento y era lo que le había llevado al alcohol o, por el contrario, era el alcohol el que le había ocasionado ese deterioro psíquico que ahora tenía. El psiquiatra nos dijo que el alcohólico pierde hasta su identidad sexual, pudiendo llegar a actos de homosexualidad, como así había ocurrido. Ella tenía, tal vez, una conciencia muy estricta, de excesivo rigor y me había dicho: “yo no puedo ir a un procedimiento de nulidad matrimonial, porque yo sí me casé: yo sabía con quién me casaba y yo quería casarme con él. Yo no puedo ir a una nulidad, porque yo me casé”. Le contesté: “el matrimonio es un vínculo que une a dos personas: un solo vínculo, y para que exista ese vínculo es necesario que los dos os hayáis casado. Si él no se casó por ser incapaz para el matrimonio, tú tampoco estás casada. En un matrimonio, o se casan los dos o ninguno se ha casado”. Pero noté que ella no llegó a entenderlo del todo. Pasados los años me enteré que ya no pudo aguantar más y que había abandonado la fe, tirándolo todo por la borda y que ahora estaba liada con otro hombre. Sentí que, en su momento, ella no hubiera ido a un procedimiento de nulidad matrimonial.

He tenido varios casos de alcoholismo del esposo y sólo dos de alcoholismo de la mujer. Los expertos dicen que aún es más grave, y más difícil conseguir salir de él, cuando se trata de una mujer. En todos los casos de alcoholismo, tanto la vida de la persona que lo padece como la de los que están a su alrededor es prácticamente ¡un infierno! Es imprescindible reconocerse alcohólico y recibir ayuda ajena para poder abandonar ese mal hábito destroza existencias. Tengo muy buena experiencia de asociaciones de ayuda para alcohólicos, que son sin ánimo de lucro y su ayuda es gratuita. He conocido hijos de padres alcohólicos que, en mayor o menor medida, acaban siendo alcohólicos a pesar de haber visto la vida de inmenso sufrimiento de su madre y conocer en lo que ha acabado su padre. Pero también he conocido hijos de padres alcohólicos que se niegan rotundamente a beber ni una sola gota de alcohol, porque ¡ya han visto bastante!

¿PUEDE SER CAUSA DE NULIDAD DE UN MATRIMONIO CANÓNICO EL ALCOHOLISMO DE UNO DE LOS CÓNYUGES? Sí, es posible. Estaría dentro de los supuestos contemplados en el canon 1.095,3 del Código de Derecho Canónico, que establece: “Son incapaces de contraer matrimonio: quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica”.

PERO SI ANTES DE CASARSE YA SE CONOCÍA EL ALCOHOLISMO, ¿PUEDE SER NULO ESE MATRIMONIO? Sí, pero hay que saber distinguir entre Nulidad Matrimonial por incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio y por engaño doloso.

¿EN TODOS LOS CASOS DE BODA CON UN ALCOHÓLICO ESE MATRIMONIO ES NULO? No, desde luego. Se precisa que el cónyuge ya sea alcohólico cuando prestó el consentimiento matrimonial, que su dependencia del alcohol sea hábito y tenga el carácter de grave. Habrá que demostrar que ese alcoholismo hace, al que lo padece, incapaz de ser buen esposo y buen padre.